Lo mío con las féminas no tiene solución. Acabo de concer a una chica majísima, con la cual estoy manteniendo una serie de citas diarias bastante tórridas. Pero hete aquí que, durante una cena, me confiesa que tiene un problema. Le han diagnosticado una enfermedad mental, y tiene que tomar medicación. Joer, me digo para mí mismo, ¿no podría tener mejor suerte? Estoy pensando en dejarla, porque ya me veo llevándole flores al frenopático.

Ya conocéis el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres. A veces, me identifico con Robert Crumb, ese genial historiestista underground, que siempre se enrollaba con lo mejor del patio.
Un saludo,
Loup







