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Antes de empezar a agradecerte todo lo que has hecho por mí, me gustaría dejarte claro que esto no es un escrito de denuncia por las actuaciones policiales que estamos viviendo, esto no es una carta de denuncia a todo el cuerpo de policía. Tengo conocidos y amigos policías, y no creo que sean como tú, en todos los trabajos hay gente que no sabe desempeñar bien sus funciones. La diferencia es que tu trabajo es para con el ciudadano, no en tu beneficio propio. Esto es solo un esbozo de lo que me ocurrió, no soy el primero en contar algo parecido, ni por desgracia seré el ultimo, esto es solo mi verdad.
Una verdad exclusivamente para ti Sr Agente y para que todos los que te rodean sepan lo que pasó cuando nos conocimos. Obviamente, conocen tu versión, pero no la verdad.
…
Nos conocimos en Madrid en una noche de San Juan, la noche más corta del año, para mí, la más larga. Yo celebraba que me acababa de licenciar, tú venías con tus compañeros a disolver una fiesta completamente pacífica que acabó en disturbios.
"Aquella noche se produjeron unos disturbios muy violentos entre asistentes a la fiesta y la policía, jamás participé de ellos, mi único error fue estar allí…”
Yo orinaba en unos matorrales, mientras un compañero de facultad me esperaba. Sin avisarnos, nos invitasteis a bailar. Le pegasteis y cuando fui a ver que ocurría, surgió el flechazo entre tú y yo. Enseguida nos fijamos el uno en el otro, estabas imponente con tu vestido azul y tu porra reluciente… Me sacaste a bailar, yo no quería, pero la magia del momento se rompió por una botella que lanzaron, te dio en la cara, me miraste y te faltó tiempo para decirle a tus compañeros que había sido yo, nunca lo olvidaré. GRACIAS.
Como nuestro baile no te parecía suficiente, invitaste a tus compañeros, erais 3 y yo. Vuestras porras me dieron por todo el cuerpo, nunca me resistí. Estaba disfrutando de lo lindo hasta que me rompisteis el dedo de la mano, ¡qué recuerdo!, lo llevaré siempre. GRACIAS.
"En el momento en el que me golpeabas te cayó una botella, yo lo vi, me pudo dar a mí, lo condeno rotundamente y estoy en contra de cualquier tipo de violencia, pero tu papel como policía (del que tan orgulloso estás), es saber diferenciar entre quien comete un delito y quien no hace absolutamente nada. Por cosas como esta, es por lo que gran parte de la sociedad tiene la opinión que tiene de vosotros, nada es gratuito.”
Como no os parecía suficiente, me seguisteis acariciando con rodillazos y puñetazos, hasta vuestro coche, ¡qué coche! Nunca pensé ir en uno de ellos, y encima esposado y maltratado, todo un lujo para un chico como yo. GRACIAS.
Horas después me viniste a ver a comisaría para interesarte por mí, ¡qué detalle! Me amenazaste delante de tus compañeros, me dijiste que me ibas a matar en la calle, buscabas provocarme para volver a bailar conmigo, pero a mí seguía sin apetecerme, estaba completamente acojonado, dolorido y agotado. GRACIAS.
A tu marcha, te encargaste de que tus compañeros de comisaría nos trataran bien al resto de huéspedes y a mí. Me dieron un curso acelerado en aguantar el dolor, ¡3 días con una fractura grave en el dedo!, sin asistencia médica…saqué un sobresaliente, GRACIAS.
Me dieron un máster intensivo en sentir vergüenza, con clases prácticas paseándome esposado y aguantando miradas inquisidoras. GRACIAS.
Como complemento formativo me enseñaron el significado de la presunción de inocencia, esto lo aprendí rápido… esposado en comisaría…no existe. GRACIAS.
Como premio, me llevaron a ver lugares nuevos en los que jamás pensé que estaría, concretamente 3 calabozos, con Moratalaz y Plaza Castilla. Conocí a gente nueva y diferente, a lo mejorcito de la noche madrileña, entre ellos, 2 traficantes y 1 asesino. ¡Un fin de semana inolvidable! GRACIAS.
Menos mal que tus compañeros que nos mimaban, no se olvidaron de darnos comida ¡caducada!, amenazas para sentirnos cómodos en los calabozos y agua, ah perdón, el agua se negaron a dárnosla, ¡qué descuido! GRACIAS.
…
Ahora nos hemos vuelto a ver. ¡Cuanto te he extrañado en estos años! Nos vimos en la Audiencia Provincial de Madrid. Ya no ibas con el uniforme que tanto quieres y defiendes, pero aún así, estabas arrebatador. Te miré fijamente a la cara, 2 veces, buscaba tu mirada. No te atreviste a mirarme, ¿por qué?, ¿no se supone que te había dado un botellazo en la cara y te había fracturado una ceja y unos dientes?… y ¿aún así no querías/podías mirarme?… creo, sinceramente, que por cobardía.
Porque en el fondo sabes que nunca supiste quién te tiró aquella botella. Ni tus compañeros ni tú, podéis volver a casa con las manos vacías, alguien tendrá que pagar los destrozos. Si te llevas a algún responsable, éste sufragará los gastos. Ni más ni menos que 6.350 euros (foto superior) en metálico para tu bolsillo. GRACIAS.
Jamás he cometido delito alguno, y me he tenido que enfrentar a una acusación de 7 años y 6 meses de prisión. Nunca has tenido pruebas de nada, sólo tu versión y la de tus compañeros, junto con tu presunción de veracidad frente a los jueces, quizás hubieran bastado para condenarme.
Tus actuaciones han conseguido que tuviera que tomar la decisión más difícil de mi vida. Tuve que decidir, entre arriesgarme a ir a juicio y demostrar mi verdad, o aceptar declararme culpable y así evitar el riesgo de entrar en prisión.
Tus compañeros, un fiscal que jamás me ha visto y tú, me acusabais de pertenecer a un grupo antisistema y antifascista, tirador de botellas. Considero que este sistema podría mejorar y estoy en contra del fascismo, pero de ahí a liderar un grupo violento y pegar policías a botellazos…¡va un mundol!
…
Finalmente decidí, después de muchos consejos y días de pensarlo, que lo mejor era declararme culpable por algo que jamas cometí. Me han condenado a 1 año y 9 meses de prisión.
Ahora es cuando las gracias me las tendrías que dar tu a mí y a mi familia, Sr Agente al servicio del ciudadano.
Tus actuaciones y las de tus compañeros en aquel día han quedado impunes. Dale las mayores gracias a mis hijos, porque de no haber sido por ellos, habrías dado explicaciones a un juez. Sin ellos aquí, me hubiera atrevido en demostrar la verdad, pero ahora, jamás habría podido arriesgar su felicidad estando conmigo sólo por mi orgullo.
Sé que no tienes ni un pelo de tonto, y espero que sepas gastar cada euro que me obligaron a darte, porque es el dinero de mis hijos. No merecías que fuese yo quien te lo pagara, debería haberlo hecho quien realmente tiró esa botella.
Hiciste un gran papel en comisaría denunciándome y amenazándome delante de tus compañeros, algo que yo nunca haría, ni mucho menos, ni le diría a nadie que lo hiciera. Tampoco le voy a pedir a ningún Dios que te castigue, sólo voy a confiar en la VIDA, y espero que te devuelva multiplicado por 1000 todo lo que me has regalado.
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