Mensaje
por boxerpaul » 28 Oct 2005 15:43
Todo lo que habéis dicho tiene una raíz, en formas de vida y ambientes especiales, distintos los que tenemos hoy, por ejemplo la gente del cono sur de América, digo centro y sur de Chile, mas el sur de argentina, llamados todos ellos araucanos, en un primer momento por los cronistas españoles durante la conquista, nunca se confundieron con el imperio inca, ya que este nunca pudo doblegarlos. Esto provoca un aislamiento de este pueblo, desarrollando una forma de vida totalmente distinta de los incas, y de los pueblos que este imperio dominaba.
El Pehuenche que era el mapuche del bosque, comenzaban su día recolectando pehuenes, fruto del árbol Pehuen, una vez satisfecho su estomago observaba las montañas con total detenimiento, se tiraba sobre el pasto y miraba el alucinante bullir de la vida, cerraba sus ojos y respiraba la fragancia de los copihues y el canelo, mientras una infinidad de aves silvestres, entre zorzales y caiquenes, cantaban a sus oídos, veía este hombre casi desnudo, que ya no solo su estomago estaba satisfecho, sino que más aun, todos sus sentidos, entonces ahora lo que sucedía con él, ya no era necesidad física de comer y de sentir la música del bosque y las fragancias de su verdor. Ahora su alma entera agradecía profundamente lo entregado, agradecía al pehuen por sus frutos, agradecía al arroyo por su frescura y al sol por su calidez, no había en esto formalidad alguna, no había ritualismo, ni ceremonial, todo era real, desde las cosas meramente físicas, pasando por las sicológicas, hasta finalmente las espirituales que englobaban todo este acontecer.
La mente de este hombre además, estaba absolutamente limpia de cualquier ambición, angustia o superfluas necesidades, por lo que no tenia desequilibrio emocional alguno, su cuerpo era tan sano, tan poderoso, pese a su no muy elevada estatura, que podía trepar con la habilidad de un homínido hasta las copas mas altas, y permanecer allí en absoluto silencio, hasta que las estrellas le hablaran de su padre Ngenechen, quien había hecho surgir montañas desde las profundidades, para regar con sus ríos, todo el suelo que pisaba, y quien también habíale puesto lumbreras en el cielo.
Solo en este estado de cosas, puede comprenderse con absoluta razonabilidad y certeza, las increíbles proezas guerreras, que este hombre desnudo, y sin mas armas que su coraje y amor por la libertad, desarrollo en defensa de su paraíso.
El Mapuche de aquellos tiempos era un hombre en estado de trance permanente, comunicado con fuerzas espirituales con absoluta naturalidad, sin necesidad de visualizaciones y técnicas internas, ya que todo estaba allí, frente a frente a Ngenechen en constante oración, un chamán de si mismo.
La muerte nunca existió para él, porque defendía lo que su padre Ngenechen le había dado para sí, y si moría en combate, sabía que su cuerpo sería polvo de la tierra, para que nuevamente germinara el bosque de pehuenes.
UNO dijo:
todas las substancias que necesitas las tienes en tu interior.